Una mañanica en la zona del Portús - Cabo Tiñoso.

Hola, el pasado domingo ni corto y muy perezoso, me fui a navegar a la zona del Portús y CaboTiñoso.
Digo lo de perezoso, porque el sábado tuve una celebración de aniversario de boda, en la cual al final se hizo oscuro y me acosté pasadas las 3:00h. Por esa razón no llamé a nadie para salir, porque no sabía si mi cuerpo se podría levantar temprano.
Pero sí, el despertador sonó a las 7:30h y no podía mover ni un dedo:
Mi subconsciente. - venga …
Yo. - ¡ ufffff !
Mi subconsciente. – venga Pacooo …
Yo. – que cansino que eres, me quieres dejar dormir …
Mi subconsciente. – vale, sigue durmiendo …
…
…
Yo. – pero … es que no me vas a llamar más veces …
Mi subconsciente. – pero en que quedamos, estás cansado o no …
Yo. – si … y mucho, pero tú llámame un par de veces más …
El subconsciente de mi subconsciente. – señor, dame paciencia …
Mi subconsciente. – vengaaaaa …
Yo. - ¡ bueno, ya vale ! …
Algo antes de las 9:00h, me encontraba en el Portús con el kayak en la orilla del mar y terminando de cargar las cosas para la travesía.


Playa del Portús.

El día estaba perfecto, hacía un poco de calor y la temperatura del agua era muy buena. El mar estaba muy tranquilo y aunque había pequeñas rachas de viento, no afectaban al oleaje, porque era del norte y esa zona está protegida en todo momento.








Mi intención era cruzar hasta el Cabo Tiñoso y luego volver costeando. Y así lo hice.


Costa del Cabo Tiñoso.

Nada más partir y bordeando el primer pequeño cabo que hay frente a la playa, solté mi primera tira de pota, le dejé unos 50 metros y no me dio tiempo a cerrar el carrete, cuando ya tenía la primera de las llampugas clavada en uno de los anzuelos del terminal.





En el horizonte, vi que había tres barcos de carga fondeados, supongo que haciendo cola para descargar cemento o yo que se en el Puerto de Cartagena.
Decidí acercarme a uno de ellos, pues no es la primera vez, que bajo la gran sombra que proyectan éstos barcos tan grandes, se aloje pescado de gran tamaño.





Así lo hice y me acerqué con un buen ritmo de paleo.
No termina de acostumbrarse uno, a pasar cerca de éstas enormes máquinas. Su tamaño es colosal y junto a ellos, el kayak es igual de grande que uno de los eslabones de la cadena del ancla.


Vista desde la proa.



Eje del timón.



Vista desde la popa.

En éste momento ya llevaba cuatro llampugas y tras hacer unas fotos, continué paleando hacia el imponente Cabo Tiñoso.
No había manera de llegar el Cabo y es que las llampugas no me daban tregua, devolví al agua la mayoría de ellas y decidí seguir paleando sin pescar.
Pronto llegué al Cabo y era una verdadera gozada estar allí, tan sólo pensar que en la misma punta, hay unos 70 metros de profundidad te da un gran respeto. En éste lugar, el olor a mar es muy intenso, todo es precioso, virgen, naturaleza en estado puro. No soy muy bueno como narrador y por eso no encuentro palabras apropiadas, para describir lo que siento cada vez que estoy allí, lo mejor es estar y punto.


Cabo Tiñoso.



Tras disfrutar del lugar, comencé mi regreso navegando por los cortados rocosos de la pared del Cabo.
A lo lejos pude divisar, que se acercaba a mí un kayak de mar, con dos líneas a la vez. Era el amigo Emilio, un local de la zona, habitual pescador en kayak y una persona entrañable. Tuvimos unas breves palabras de cómo nos iba la pesca y continuamos cada uno su camino.





Pared del Cabo Tiñoso.

Poco a poco iban cayendo calas. Cala Mojarra, Cala Salitrona, en donde había personas acampadas y no pude salir a hacer pis, je, je, el Pozo de la Avispa, buen nombre … porque cuando paré a hacer un pis, me comìan por el olor a pescado, el Bolete grande, el Bolete y hasta que llegué a Cala Aguilar, en donde hice una segunda parada para tomar un bocado.


Cala Salitrona.



El Bolete Grande.






Me senté un poco para disfrutar del paisaje que tenía enfrente y una ola, hizo que me calase el bañador, así que una vez mojado, me pegué un baño que me supo a gloria, ya que el agua todavía está buena.


Vista desde Cala Aguilar.



Partí y cuando estaba a unos 200 metros de la orilla, ví como entraba en la cala el amigo Emilio, me acerqué a él y me comentó que le había ido bien y que iba a descansar un rato. ( Emilio, no se como te atreves a decir que estás mayor, jolines si arrastras dos líneas a la vez y hacer más millas que todos los palistas de la costa murciana juntos, je, je ).





Tras hablar con el amigo Emilio, me separé de nuevo de la costa y de nuevo, me fui al carguero que se encontraba fondeado. Pero las llampugas están locas y tras tres o cuatros parones seguidos, tiré la toalla y puse proa al Portús.














Cargueros fondeados.

Tiré todas las tiras de pota que me quedaban por la borda y me reservé tan sólo una para el final de mi travesía.
Navegué muy pegado a la costa, gracias a que el mar estaba muy sereno, el olor a mar era muy intenso, el agua cristalina, tan sólo se escuchaban las olas, rebotando mánsamente entre las rocas, que gozada.








A poco más de medio kilómetro para llegar, coloqué una nueva tira de pota en el terminal. Me separé un poco de la costa y a los dos minutos ya estaba la caña doblada y el carrete cantando, era una llampuga de pequeño tamaño, la cual también solté y recogí los trastos de la pesca.
La entrada al Portús se hizo un poco dificultosa, porque la zona es un gran valle, que ayudado por la dirección del viento, hacía que el kayak se metiese mar adentro cada vez que me paraba a hacer una foto.
Desembarqué sin grandes complicaciones, limpié el pescado mientras tomaba un baño y tras recoger las cosas me fui a casa.
Ha sido un día guaperas y he disfrutado de lo lindo.
En cuanto a mi kayak es que no se que más decir. Creo que el Creus y yo, nos estábamos esperando, somos como dos novios que se encuentran y se unen para siempre. Tan sólo me falta llevármelo a la cama, pero aparte de que no cabe, Rosa me mataría, ja, jaaaa.

Un sencillo videoclip.

https://www.youtube.com/watch?v=1z4P07Scp94



Un saludo.